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Viscosidad

La viscosidad se percibe como espesor o resistencia al vertido, pero en el concepto de viscosidad hay algo más que esto. Todos los fluidos experimentan una fricción interna entre sus moléculas que determina la facilidad o dificultad de fluidez del producto. Debido a este rozamiento interno, hace falta energía para mover el líquido y la viscosidad es la medida de la resistencia al flujo.

Los fluidos se clasifican en newtonianos y no newtonianos.
Los fluidos newtonianos, como el agua y algunos aceites, son fluidos que continúan fluyendo a una determinada temperatura, cualesquiera que sean las fuerzas que actúan sobre ellos. Con independencia de la rapidez con que se agiten o mezclen los fluidos, los newtonianos siempre se comportan de la misma forma. Los fluidos newtonianos se miden, por lo general, con copas de viscosidad de flujo y de inmersión.

 
Los fluidos no newtonianos, como sucede con las pinturas y el ketchup, son fluidos que cambian de viscosidad cuando se les aplica una fuerza. Existen varias categorías y subcategorías distintas de fluidos no newtonianos, que pueden describirse como sigue:
Tixotrópicos – sustancias semejantes a los geles en reposo pero líquidas cuando se agitan, por ejemplo: pinturas antigoteo, Tomate Ketchup y la mayor parte de las variedades de miel.
Reopécticos – sustancias en las que aumenta la viscosidad con la duración del esfuerzo, por ejemplo: algunos lubricantes.
Seudoplásticos – también conocidos como expuestos a dilución de cizalladura – la viscosidad disminuye al aumentar la velocidad de cizalladura, por ejemplo: sangre, gelatina y arcilla.
Dilatantes – también conocidos como expuestos a espesamiento de cizalladura – la viscosidad aumenta al elevarse la velocidad de cizalladura, por ejemplo: suspensiones de arroz, almidón de maíz o solución de azúcar concentrada.